La exposición a partículas ultrafinas (UFP, por sus siglas en inglés) está relacionada con el desarrollo de afecciones graves y a largo plazo, con problemas respiratorios, cardiovasculares y problemas en el embarazo.
Sin embargo, hasta la fecha, no existe ninguna normativa sobre los niveles seguros de UFP en el aire a pesar de que la OMS advirtió hace más de 15 años de que se trataba de un contaminante de preocupación emergente. 8 millones de personas —alrededor del 16 % de la población total de España— viven en un radio de 20 km de los cuatro aeropuertos más transitados del país y están especialmente expuestas a las partículas ultrafinas de la aviación, según revela un nuevo estudio de CE Delft encargado por T&E.
280.000 casos de hipertensión arterial, 330.000 de diabetes y 18.000 de demencia en Europa pueden estar asociadas a la exposición a dichas partículas, según esta nueva investigación.
El estudio extrapola los casos notificados de estas enfermedades en los alrededores del aeropuerto Schiphol de Ámsterdam y ofrece la primera estimación de los efectos sobre la salud relacionados con las UFP de la aviación en Europa.
Los aeropuertos seleccionados para el estudio son el Adolfo Suárez de Madrid, el Prat de Barcelona, Palma de Mallorca y la Costa del Sol de Málaga. Solo en Madrid hay 3,8 millones de afectados. En el conjunto de Europa, 52 millones de personas se ven afectadas por los 32 aeropuertos más transitados.
Las UFP de los aviones se emiten a gran altitud, pero también en el despegue y el aterrizaje, lo que significa que los residentes que viven cerca de los aeropuertos se ven especialmente afectados. Las personas que viven en un radio de 5 km de un aeropuerto respiran un aire que contiene, de media, entre 3.000 y 10.000 partículas ultrafinas por cm3 emitidas por los aviones.
En muchas ciudades, existe una correlación entre las personas que viven cerca de un aeropuerto y los ingresos más bajos. Esto demuestra, una vez más, que las personas más vulnerables son las más afectadas por la contaminación atmosférica.
Pablo Muñoz Nieto, de Ecologistas en Acción, alerta: «¿Vivir cerca de un aeropuerto puede hacerte enfermar? Lamentablemente sí. Los aviones liberan partículas diminutas que pueden estar relacionadas con enfermedades pulmonares y cardiovasculares. Los políticos han ignorado esta crisis sanitaria oculta, priorizando el crecimiento del sector de la aviación y los viajes de negocios sobre la salud de su propia población, a menudo la más pobre«.
Sin embargo, según el estudio, el uso de combustible de «mejor calidad» puede reducir las UFP hasta en un 70 %. La cantidad de UFP emitidas por los aviones depende en gran medida de la composición del combustible. Cuanto más limpio es el combustible de aviación, menos contaminación genera al quemarse. La limpieza de este combustible se realiza mediante un proceso llamado hidrotratamiento. Se utiliza desde hace décadas para eliminar el azufre de los combustibles para coches y barcos y puede costar menos de cinco céntimos por litro de combustible. Pero nunca se ha mejorado el combustible de los aviones, a pesar de que puede reducir considerablemente la contaminación atmosférica en los alrededores de los aeropuertos.
Otras medidas para reducir las UFP y mejorar la calidad del aire son la reducción del tráfico aéreo y del crecimiento exponencial de la aviación, así como el uso de tecnologías más limpias, como los combustibles de aviación sostenibles (SAF) y los aviones de emisiones cero, que emiten muchos menos contaminantes. «
No es habitual que un problema alarmante que afecta a millones de personas pueda reducirse, y a bajo coste. Los humos sucios provocados por los aviones pueden reducirse drásticamente si limpiamos el combustible. Los sectores de la carretera y el transporte marítimo dieron este paso necesario hace años, pero la aviación ha estado dando largas. Se enorgullecen de su tecnología punta y de sus aviones supuestamente eficientes, pero siguen utilizando combustibles que tienen un impacto devastador en la salud de millones de europeos«, afirma Marcos Raufast, de ECODES.
Jérémie Fosse, Director de eco-union, concluye indicando que: «Este estudio pone de manifiesto una crisis urgente de salud pública que exige medidas inmediatas. Vivir cerca de un aeropuerto no debería ser un peligro para la salud. Reduciendo el tráfico aéreo y aplicando normas más limpias sobre el combustible de los aviones, podemos reducir considerablemente la exposición a las partículas ultrafinas y proteger la salud de millones de personas. Es hora de que los responsables políticos den prioridad al bienestar de los ciudadanos frente a la incesante expansión del sector de la aviación«.
Las UFP forman parte de las llamadas «emisiones de no CO2» de los aviones, que incluyen muchos otros contaminantes tóxicos, tanto gases como partículas, como los óxidos de nitrógeno y el dióxido de azufre. Aunque estos contaminantes no entran en el ámbito del estudio, también tienen efectos conocidos sobre la salud que se suman a los descritos anteriormente. Estas emisiones también tienen un efecto nocivo sobre el clima, lo que hace que la contribución de la aviación al calentamiento global sea, al menos, el doble de perjudicial de lo que comúnmente se piensa. Por ejemplo, la formación de estelas de condensación —las líneas blancas que surcan el cielo detrás de los aviones, con un importante efecto de calentamiento— también está relacionada con las emisiones de UFP. Reducir las emisiones de estas partículas mediante un combustible de mejor calidad no solo sería beneficioso para la población que vive cerca de los aeropuertos, sino también para el planeta.