domingo, septiembre 8, 2024

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¿Por qué los ingleses vienen a Burgos a observar pájaros?

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Mochila, sombrero, un buen par de botas y prismáticos. No se necesita más para disfrutar de una de las últimas tendencias en turismo de naturaleza: lo que los ingleses llaman birdwatching. Y es precisamente de allí, de Reino Unido, de donde llegan muchos birdlovers a la provincia de Burgos. Pero ¿por qué aquí? No muchos lo saben, pero la provincia de Burgos esconde algunos de los pocos rincones en los que se puede observar el impresionante vuelo del buitre negro, la rapaz de mayor envergadura de Europa. Si además puedes verlo entre desfiladeros, cascadas y bosques milenarios, poco más hay que decir. No todo en verano es playa y chiringuitos.

Los ingleses ya lo saben y ahora tú, también. Aquí tienes algunas de las mejores rutas por la provincia de Burgos para coronarte como un auténtico birdwatcher y confirmar que la naturaleza es el mejor antídoto contra la picadura del estrés.

Huerta de Arriba, donde anida la mayor rapaz del continente: el casi extinto buitre negro

Hace 60 años habría sido imposible verlo desplegar sus alas: el buitre negro se daba oficialmente por desaparecido. Pero el Proyecto Monachus, gestionado por Grefa (Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat), obró el milagro y ahora, venir a Huerta de Arriba, en la espectacular Sierra de la Demanda burgalesa, es venir al nido de la gran rapaz europea.

Este rincón a 84 kilómetros de Burgos, entre las sierras de Neila y de la Demanda, que rezuma casas blasonadas en su casco urbano y presume de encantadores reclamos como la ermita de Santa María o la iglesia de San Martín, es escenario de uno de los proyectos de recuperación natural más ambiciosos de Europa. Un modelo a repetir. Y es que toparse con el majestuoso vuelo del buitre negro es ahora más emocionante que nunca. Este es el lugar que la especie ha escogido, en esta nueva oportunidad, para construir sus enormes nidos en lo alto de pinos centenarios y luego volar por Europa (Noruega, los Alpes…) y el norte de África antes de regresar de nuevo a su casa, en Burgos.

Sus tres metros de envergadura planean por las altas cumbres que caracterizan los paisajes de este paraíso burgalés para deleite de los amantes del turismo ornitológico, de la fotografía y del slowlife, en general, que pueden practicar birdwatching al tiempo que disfrutan del espectacular patrimonio de la zona con la Ruta Serrana (Neila). Los extensos bosques de pino y roble son el mejor refugio para el calor y un escondite perfecto para ser un testigo silencioso de la vida de esta impresionante ave. Una visita por las numerosas necrópolis altomedievales de tumbas antropomorfas excavadas en la roca que hay en la comarca es el broche perfecto para una escapada por territorio prehistórico.

El Pan Perdido. Observar las aves entre los Montes Obarenes y el mejor románico rural

En el incomparable marco del Parque Natural Montes Obarenes-San Zadornil, entre encinares y la mirada asustada de algún que otro corzo, está El Pan Perdido, la cima más occidental y más alta de la Sierra de Oña, que cierra una parte de los llanos de La Bureba burgalesa. Esto es tierra LIC (Lugar de Importancia Comunitaria por su biodiversidad y la riqueza de sus ecosistemas) y Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA); lo que viene siendo un paraíso de los que pocos quedan por el que se puede realizar una ruta circular (14 kilómetros-dificultad media), perfecta para los que se inician en esto del birdwatching y son amantes además de la aventura y el senderismo. Desde aquí, en silencio, se escucha al alimoche, el águila real, la chova piquirroja y el buitre leonado y se les ve sobrevolando a la caza de alguna presa. El espectáculo es sobrecogedor y la naturaleza que los envuelve, única.

La ruta, de unas 4 horas y media, comienza en Quintanaélez y pasa por Soto de Bureba, donde poder disfrutar del mejor románico rural con la Iglesia de San Andrés, que luce impresionante en la falda de los Obarenes. La ruta ornitológica conduce después los pasos del viajero hasta Navas de Bureba, donde los amantes del arte podrán deleitarse con la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora.

Ubierna entre la dehesa y el cañón. Seguir los pasos de Carlos V y el vuelo del águila real

En pleno corazón de la provincia de Burgos se encuentra la comarca de Alfoz de Burgos, enclave elegido por el ser humano desde la Prehistoria para asentarse (Yacimiento de Atapuerca). Si bien no fueron los hombres los únicos en elegir este lugar para vivir, también lo hicieron las aves, y no pocas especies, de ahí que ahora sea uno de los puntos marcados en el mapa para disfrutar de su observación. Ubierna entre la dehesa y el cañón es una de esas rutas (12.6 kilómetros-dificultad baja) en las que llenas los ojos de experiencia y naturaleza sin necesidad de ser un experto birdwatcher.

El camino empieza en Ubierna, a unos 18 kilómetros de la ciudad de Burgos, y pasa por San Martín de Ubierna (hasta donde se puede llegar en bicicleta), ambas enclavadas en el borde meridional de la Cordillera Cantábrica. Su castillo del siglo XI, declarado Bien de Interés Cultural o el yacimiento de la Edad de Hierro ‘La Polera’, son dos muestras del vasto patrimonio medieval y arqueológico que inunda este punto de la provincia, si bien no debemos olvidar que estamos en plena Ruta de Carlos V (viaje que el emperador realizó en 1556 hacia el monasterio de Yuste, donde se retiró). El complemento histórico perfecto para una jornada puramente ornitológica.

La aventura comienza por la dehesa de la sierra del Monteacedo y la necrópolis de Los Pilones, donde hay una importante presencia de rapaces y aves esteparias, para continuar adentrándose en el cañón del arroyo Rucios, que forma un hermoso desfiladero en cuya vertical rocosa anidan infinidad de aves. El buitre leonado, el alimoche, el águila real o el búho real son solo algunas de las especies que se pueden ver sobrevolando estos impresionantes paisajes en compañía de aves de menor tamaño, peor igualmente hermosas y singulares, como la chova piquirroja y el avión roquero.

Embalse del Ebro y Monumento Natural Ojo Guareña: una ruta ornitológica única

Para un fin de semana 100% ornitológico y rodeado de una naturaleza que no verás en otro lugar más que en Burgos está la Ruta Embalse del Ebro y Monumento Natural Ojo Guareña.

El Embalse del Ebro (ZEPA) es uno de los humedales más importantes para las aves acuáticas en Castilla y León a nivel nacional e internacional y, Arija, es el punto de partida de ‘Los humedales del Embalse del Ebro’, una ruta (mejor en bici o a pie, por etapas) en la que observar al ánade azulón, el halcón abejero o la culebrera europea, así como la cigüeña blanca, la reina de los pastizales en verano.

La segunda parte del recorrido atraviesa el Monte Hijedo por un sendero (11 km) que permite recorrer uno de los robledales de roble albar más extensos y mejor conservados de la cornisa cantábrica. Junto a hayas y acebos es el ecosistema ideal para aves como arrendajos, pitos reales, trepadores azules y azores, que se muestran sin timidez al paso del viajero.

Llegados a este punto, la ruta se dirige hacia el complejo Kárstico Monumento Natural Ojo Guareña; un paraíso único considerado Bien de Interés Natural en el que se despliegan más de 100 kilómetros de redes de galerías horadadas por los ríos Guareña y Trema, que esculpen la piedra caliza dando lugar a unas formaciones casi mágicas. El paisaje aquí es extraordinario: estamos ante uno de los diez conjuntos de cuevas más grandes del mundo. Aquí, en los cantiles rocosos, nidifican el alimoche y el águila real; sin duda, un espectáculo ornitológico que solo se puede disfrutar en la provincia de Burgos.

Una vez concluida la visita al Centro de Interpretación Casa del Parque Monumento Natural Ojo Guareña, en Quintanilla del Rebollar, la siguiente parada son las Lagunas de Antuzanos, un conjunto de lagos de origen tectónico que constituyen la mejor zona húmeda de toda la provincia. Es el único lugar de paso y cría para aves como el zampullín chico, el somormujo lavanco, el avetorillo, el ánade friso o real, el porrón pardo, el tarro blanco, la cerceta carretona, la cigüeña blanca o el aguilucho lagunero. El lugar elegido para el descanso migratorio para muchas de ellas que se muestran sin remilgos en medio de la tranquilidad de este entorno, de ahí que expertos ornitólogos de diferentes rincones del mundo se acerquen hasta este enclave burgalés para observar su vida bien de cerca. A veces, la suerte permite observar también al águila pescadora, la garza imperial o el zampullín cuellinegro, que antaño tenía en estas lagunas su único punto de nidificación en toda Castilla y León.

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