viernes, septiembre 20, 2024

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Los residuos farmacéuticos en el océano: un peligro creciente para cetáceos y humanos

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Grave amenaza de contaminación del mar por residuos farmacéuticos

La contaminación del mar por residuos farmacéuticos está emergiendo como una grave amenaza tanto para el medio ambiente como para la salud humana. Según un informe de la revista Consumer, los llamados «contaminantes de interés emergente», entre los que se encuentran varios fármacos, podrían tener efectos devastadores en la vida marina y, eventualmente, en los seres humanos.

Los cetáceos como centinelas de la salud

Los cetáceos, considerados como «centinelas de la salud», están expuestos a estos contaminantes a través de las aguas residuales y vertidos. Muchas depuradoras no pueden eliminar completamente ciertos medicamentos, lo que provoca que estas sustancias lleguen al mar. Una vez allí, los grandes cetáceos, que ocupan la cúspide de la cadena alimentaria, absorben estos compuestos, acumulándolos en sus cuerpos y transmitiéndolos incluso a sus crías a través de la leche materna. La capacidad limitada de estos animales para metabolizar y excretar estos contaminantes significa que las sustancias permanecen en sus organismos, afectando su salud y convirtiéndose en indicadores del deterioro del entorno marino.

Este fenómeno no solo afecta a la fauna marina, sino que también podría ser un aviso temprano para la salud humana. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha identificado la resistencia a los antibióticos como una de las mayores amenazas sanitarias globales. Se estima que, para 2050, alrededor de 10 millones de personas podrían morir anualmente debido a la resistencia a los antimicrobianos. Si los antibióticos ya han alcanzado el océano, podría ser la primera señal de un problema de salud a gran escala.

Investigaciones en marcha: Proyecto Marfarisk

En respuesta a esta preocupación, el proyecto Marfarisk, liderado por el Grupo Oceanosphera del Área de Toxicología de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Murcia, está investigando cómo interactúan los contaminantes emergentes en el medio marino y sus efectos en los cetáceos. Utilizando la amplia base de datos de la Red de Varamientos de Murcia, que recopila muestras de tejidos de cetáceos varados, los investigadores han encontrado residuos de fármacos en todos los ejemplares analizados.

Aunque hasta ahora no se han detectado altas concentraciones de sustancias químicas que puedan causar síntomas clínicos evidentes o la muerte de los animales, estos contaminantes podrían estar debilitando la capacidad de los cetáceos para luchar contra infecciones y enfermedades. Entre los fármacos analizados, se ha identificado la presencia de azitromicina, un antibiótico utilizado en humanos para tratar infecciones en piel y tejidos blandos. También se han encontrado residuos de antiinflamatorios como ibuprofeno y diclofenaco en los músculos, hígado y riñones de los cetáceos.

Implicaciones para la salud humana

Aunque este estudio aún está en una fase temprana, los científicos están preocupados por las posibles consecuencias para los seres humanos. Emma Martínez, directora del proyecto, destaca que la exposición involuntaria a antibióticos a través del contacto con el agua podría alterar las bacterias en nuestro organismo, contribuyendo a la resistencia antimicrobiana. Sin embargo, todavía no se ha determinado con precisión cómo ocurre este proceso ni cuáles serían sus efectos a largo plazo.

En tierra firme, el uso excesivo de antibióticos entre la población ya está influyendo en el aumento de la resistencia a los antimicrobianos. Este problema podría agravarse si los residuos farmacéuticos continúan acumulándose en el medio ambiente, afectando a la fauna y, eventualmente, a los humanos.

Reducción del impacto desde el hogar

Para mitigar el impacto de la contaminación farmacológica, se necesitan medidas preventivas desde el entorno doméstico. Se estima que entre el 40% y el 90% de los antibióticos utilizados en medicina humana y veterinaria se excretan a través de heces y orina, todavía con sus compuestos activos. Una solución sería reducir el consumo innecesario de medicamentos y, en lugar de tirar los fármacos caducados por el inodoro, depositarlos en puntos SIGRE destinados para su correcta eliminación.

Además, las estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR) juegan un papel crucial en la contención de estos contaminantes. Aunque han avanzado en la reducción de residuos, es necesario seguir mejorando estos sistemas para limitar el vertido de fármacos al medio ambiente.

Impacto estacional y necesidad de más investigación

Investigadores como Víctor Manuel León, del Centro Oceanográfico de Murcia/IEO-CSIC, han observado variaciones estacionales en las concentraciones de fármacos en el agua, con niveles más altos en invierno debido a la menor degradación de estos compuestos por las bajas temperaturas y la menor exposición solar. Este hallazgo subraya la necesidad de continuar investigando cómo diferentes condiciones ambientales afectan la persistencia de los contaminantes farmacológicos en el medio marino.

Uno de los esfuerzos en curso es el proyecto europeo Contrast, en el que participan científicos de toda Europa para evaluar los efectos de estos contaminantes y desarrollar políticas ambientales que puedan mitigar su impacto. La comunidad científica sigue trabajando para identificar las sustancias más peligrosas y proponer soluciones basadas en la evidencia.

En definitiva, el reto para los próximos años será profundizar en el conocimiento de estos contaminantes farmacológicos y desarrollar estrategias efectivas para proteger tanto el medio ambiente como la salud humana.

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