En el cambiante ecosistema empresarial actual, la figura del consultor de negocios adquiere un papel esencial para orientar a empresas, emprendedores e influencers hacia la consolidación y el crecimiento. Alex Fossas se ha posicionado como uno de los referentes en este ámbito gracias a su enfoque cercano, estratégico y basado en la experiencia real. A través de su trayectoria, comparte una visión pragmática del liderazgo y la gestión, desafiando los modelos tradicionales y reivindicando la importancia de la estrategia, la humildad y la adaptación constante.
Se conversa con Alex Fossas sobre las estrategias que impulsan la transformación y el crecimiento de las empresas, herramientas clave tanto para pymes como para creadores de contenido.
Para quien no te conozca, ¿cómo explicarías lo que haces y qué te diferencia de otros consultores?
Soy un consultor de negocios que ayuda a emprendedores, empresarios y pymes a alcanzar sus objetivos con metodología y estrategia, pero intento hacerlo desde un lugar distinto a mis predecesores. Históricamente, la consultoría se percibía con un carácter más distante y quizás menos adaptado a la realidad del empresario. Mi propuesta de valor trasciende los planes y estrategias convencionales estableciendo una conexión sincera con mis clientes. Entiendo sus retos desde una experiencia personal, lo que me permite ofrecer un camino basado en mi propio aprendizaje.
Háblanos de tu historia, ¿cómo acabaste siendo consultor, qué te ha llevado hasta día de hoy?
Fundé mi primera empresa con 19 años. Desde entonces, no he parado de montar negocios en muchísimos sectores: música, publicidad, e-commerce, entretenimiento, editorial, textil, inmobiliaria, eventos… He tenido éxitos importantes, pero también un batacazo gordo con la crisis inmobiliaria de 2008. Lo perdí todo y tuve que empezar de cero. Ese fue mi MBA más caro, pero el que de verdad me enseñó y me dio la perspectiva para acompañar a mis clientes hablar desde la experiencia real.
Trabajas con perfiles muy distintos: grandes empresas, pymes e influencers con millones de seguidores. ¿Qué tienen en común todos ellos cuando se trata de gestionar su negocio?
Fíjate que, aunque parezcan mundos aparte, todos necesitan lo mismo para que su negocio funcione: una forma de hacer las cosas clara y una estrategia que tenga sentido. Da igual si venden comida, joyas, organizan mudanzas, venden cursos online o viven de lo que hacen en redes sociales. Al final, la clave está en tener un plan y saber cómo llevarlo a cabo.
¿Por qué empezaste a trabajar con influencers? Se percibe que es un sector desestructurado y a menudo polémico.
Después de trabajar mucho tiempo con artistas, me di cuenta de que los influencers, en cierto modo, también lo son. Tienen su ego, como todos, y muchas veces se sienten muy solos con su negocio. Sin nadie que les apoye de verdad, sin un equipo sólido y sin la experiencia para tomar buenas decisiones. La conversación con una influencer que facturaba casi 1M€ como autónoma me mostró claramente la necesidad de un asesoramiento profesional que les permitiera entender que desde la más absoluta legalidad, se puede mejorar su modelo operativo, estratégico e incluso fiscal.
¿Cuál es, según tu experiencia, el mayor error que cometen los emprendedores, influencers o directivos cuando gestionan sus negocios?
Para los jefes y directivos, creo que el error más grande es pensar que tienen que saberlo todo y tener siempre todas las respuestas. A mí me gusta la gente humilde, que escucha de verdad, que piensa, que tiene en cuenta lo que dice los profesionales con experiencia de su equipo y que, con todo eso, decide lo mejor para la empresa. Para los emprendedores e influencers, el fallo principal suele ser rodearse de gente que no está a la altura, no saber cómo va realmente su negocio, no tener una estrategia clara y por eso ir dando tumbos. Veo a mucha gente con un montón de seguidores que no saben cómo monetizarlos. Yo les ayudo a conseguirlo.
Muchas personas que lideran negocios o marcas personales dedican su día a resolver problemas urgentes y apenas tienen tiempo para pensar en el futuro. ¿Por qué crees que ocurre esto y qué consecuencias tiene?
Totalmente cierto. La ley de Pareto dice que el 20% tus acciones te traerán el 80% los resultados. Y veo a muchísima gente, sobre todo en negocios que están empezando, trabajando en ese 80% que apenas tiene impacto a corto plazo, sin darle prioridad a lo que de verdad importa. O sea, no saben distinguir lo urgente de lo importante.
Si pudieras darles un solo consejo antes de empezar un proyecto, ¿cuál sería?
«Soluciona un gran problema y tendrás un gran negocio». Cuando empiezas algo, tienes que preguntarte si de verdad estás resolviendo algo que la gente necesita, si tienes una manera real de llegar a tu cliente ideal y, sobre todo, hacer caso a esta frase: «Si no tienes una ventaja competitiva, ¡no compitas!». Sin esta diferenciación, la competencia se vuelve innecesaria.
A menudo se habla de que las empresas deben escuchar más a sus clientes, pero pocos lo hacen bien. ¿Por qué crees que pasa esto y cómo lo trabajas tú?
Henry Ford decía: «Si le hubiera preguntado a mis clientes qué querían, me habrían dicho que un caballo más rápido». Con esto quería decir que no les preguntó qué necesitaban antes de inventar el primer coche, el Model T, sino que se basó en su propia visión de lo que el mercado necesitaba.
Hay errores típicos de emprendedores, y uno es ese: «no preguntes demasiado a la gente del sector». Si ellos lo vieran claro, ya lo estarían haciendo. Pero ojo, no hay que confundir esto con no preguntar nunca al cliente, ¡todo lo contrario! Para la atención al cliente, para mejorar un producto (no solo para crearlo), estás obligado a preguntarles. Yo siempre uso la metodología NPS (Net Promoter Score). Es una maravilla. También la uso para saber cuál es el grado de satisfacción de los equipos dentro de una empresa.
Cuando te enfrentas a proyectos tan distintos —una pyme, una gran empresa o un influencer—, ¿cómo adaptas tu metodología? ¿Por dónde empiezas?
Aunque cada proyecto sea un mundo, lo primero para mí es entender muy bien cuáles son sus objetivos, qué ofrecen y a quién se dirigen. A partir de ahí, adapto mi forma de trabajar. Para una pyme, lo importante es ser ágil y usar bien los recursos. En una empresa grande, hay que coordinar equipos y gestionar los cambios. Con un influencer, me centro en cómo ganar dinero con su marca y crear una comunidad fiel. La clave es personalizar la estrategia sin olvidar lo básico de cualquier negocio.
Uno de los casos más conocidos en los que has participado es el de Operación Triunfo. ¿Qué aprendiste de ese proyecto y cómo lo aplicas en otros ámbitos?
Fue un éxito increíble y aprendí que la ilusión, la pasión y la actitud son obligatorias en los proyectos que crecen muy rápido. Como dice Küppers: V=(C+H)×A. La V es el valor de la persona, la C son sus conocimientos, la H son las habilidades y la A es la actitud, el único factor que multiplica el valor de la persona.
Personalmente, pasé de ganar 1.000€ al mes a facturar 4.5 millones en solo un año con mi propia empresa. Aprendí que uno se puede volver loco y creérselo demasiado. ¡Qué bien me hubiera ido un consultor de negocios en esa época!
¿Puedes compartir también otros casos de éxito conocidos?
Participé en la transformación de una pequeña marca personal que facturaba unos 350.000 € al año en una plataforma educativa que llegó a facturar 3.5 millones de euros en tan solo 1 año. Y otra cosa importante para tener éxito es conseguir financiación. Sin dinero no puedes ir rápido. Si el proyecto es bueno, puede que llegues al mismo sitio, pero tardas 8 años en vez de 2. En esto tengo experiencia y he conseguido levantar capital para varios proyectos que realmente lo valían. Yo solo puse mi voz con autoridad, el mérito está siempre en las ideas y en el equipo fundador.
¿Puedes contarnos algún ejemplo real de cómo una pequeña decisión estratégica ha supuesto un gran cambio para uno de tus clientes?
Una clienta quería llegar a más gente con sus charlas. Después de trabajar mucho, llegamos a un acuerdo con un empresario teatral y convertimos su «charla» en un show teatral increíble. Hicimos SOLD OUT en España y Latinoamérica, vendimos miles de tickets y facturamos más de 700.000 € en tan solo dos meses.
Hablas abiertamente de los fracasos como parte natural del camino empresarial. ¿Qué papel tiene el error en el crecimiento de una empresa o marca personal?
Forma parte del camino, totalmente. Las prisas, hablar sin saber, no leer bien la estrategia, no ser capaz de sostener una negociación, precipitarse, ser reactivo, no entender lo que quieren los demás y centrarte solo en tú quieres, no saber contratar ni retener talento… Una vez más, los egos y las inseguridades luchan por imponerse.
Ahora mismo gestiono o tengo incidencia en unas 100 personas al mes. Siempre busco un rato para hablar con los que creo que lo necesitan. Les cito, veo su cara de terror inicial pensando que van a ser despedidos y les pregunto: «¿cómo estás?, ¿qué podemos hacer desde la empresa para que tu trabajo sea más sencillo y efectivo?». Siempre me contestan lo mismo; “perdona, es que nunca me habían preguntado esto”.
¿Recuerdas algún error importante en tu carrera que te haya enseñado más que muchos éxitos?
Que en muchísimas ocasiones, tus socios no son tus amigos. Lo que te pase a ti, a tus socios les da bastante igual. Bueno, en realidad, esto pasa con mucha gente de tu alrededor, así que mi consejo es que pienses más en ti. Solo hay una persona en este mundo que se alegra de verdad de que te vayan las cosas mejor que a él: tu padre.
Para quienes sienten que viven apagando fuegos en su negocio y no consiguen avanzar, ¿qué les dirías?
Que dejen de ir como un pollo sin cabeza. Que respiren, que piensen, que se aburran (dicen que aburrirse es bueno porque hace pensar).
Un cliente mío, una persona brillante, era el fundador de una empresa de la que yo era el CEO y cuando venía a la oficina de vez en cuando sentía la necesidad de improvisar una conferencia delante de sus 40 empleados. Cuando salía por la puerta, había cola en mi despacho de gente llorando. Le llamé y le dije: «Eres un pirómano llegando a un incendio con un lanzallamas». Le dije que no viniera más y que siguiera creando productos desde su casa.
No me hizo caso, despidió a gran parte de los 40 y la otra se fue voluntariamente. Hay gente que es como el sol, brilla, pero si te acercas quema.
¿Qué tendencias crees que van a transformar la forma de emprender o gestionar una marca en los próximos años?
Creo que la inteligencia artificial y el análisis de datos van a cambiar mucho cómo se toman las decisiones y cómo se personaliza la experiencia del cliente. La realidad aumentada y virtual van a abrir nuevas formas de conectar con la marca, y la sostenibilidad y la economía circular van a ser cada vez más importantes, tanto por ética como por negocio.
También creo que las marcas que construyan comunidades fuertes y sean de verdad auténticas serán las que triunfen. La transparencia y ser responsables socialmente dejarán de ser una opción.
Los influencers ya no son solo generadores de contenido: muchos se están convirtiendo en empresarios. ¿Cómo ves esta evolución?
Lo veo como una evolución natural y muy positiva. La transformación de influencers en empresarios profesionaliza el sector. Como comentaba, monetizar una marca personal y su comunidad requiere adoptar la mentalidad, la estrategia y las acciones de una empresa. Esa transición marca la diferencia entre ser un creador de contenido y un emprendedor que vive de su influencia.
Para alguien que esté lanzando ahora un proyecto, ¿cuál sería tu mayor recomendación para empezar con buen pie?
Buscar la ayuda de un consultor de negocios que pueda ayudarle a evitar errores comunes y acelerar su crecimiento. Si mi forma de ver las cosas y mi experiencia te encajan, te invito a visitar mi web www.alexfossasconsultor.com. Un buen apoyo desde el principio puede cambiar mucho las cosas.
La trayectoria de Alex Fossas refleja que el éxito empresarial no depende solo del conocimiento o la intuición, sino de la capacidad para aprender del error, escuchar con atención y rodearse de los equipos adecuados. Su experiencia demuestra que el liderazgo efectivo no exige tener todas las respuestas, sino saber hacer las preguntas correctas y mantener una visión clara del propósito. Desde esa perspectiva, su labor continúa inspirando a quienes buscan transformar sus ideas en proyectos sólidos y sostenibles.