lunes, julio 21, 2025

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¿Tiene sentido organizar los planes formativos cuando la actividad baja?

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Aunque muchos equipos están muy cerca de dar inicio a sus vacaciones, julio y agosto ofrecen una oportunidad para planificar acciones clave en Recursos Humanos, como la formación corporativa. Para los departamentos que mantienen su actividad, este periodo puede facilitar la organización de itinerarios y la activación de recursos de cara a septiembre.

Desde AdelantTa, consultora especializada en formación y desarrollo organizativo, destacan que este enfoque permite anticiparse a la vuelta y optimizar los tiempos. «No se trata de lanzar grandes programas ahora, sino de preparar lo necesario para empezar con eficacia tras el período estival», afirma Juan Carlos Sánchez, director general de la firma.

Preparar en verano para ejecutar en septiembre

Definir objetivos, seleccionar contenidos, reservar fechas e identificar perfiles críticos en verano facilita una ejecución más ágil en el último cuatrimestre. Para los equipos activos en estos meses, puede ser también un buen momento para impartir acciones concretas en formatos ágiles como el aula virtual o el e-learning.

En este sentido, estudios del sector indican que una formación bien estructurada puede aumentar la productividad hasta un 18% y mejorar la retención del talento en un 25%. Además, planificar con tiempo permite asegurar el uso eficiente del crédito asignado a la formación programada.

Contenidos estratégicos y formatos flexibles

Desde la consultora apuntan a un aumento en la demanda de formación en competencias con impacto directo en la operativa: inteligencia artificial, ciberseguridad, herramientas digitales colaborativas o habilidades transversales. Su catálogo formativo se organiza por áreas temáticas, facilitando la identificación de cursos alineados con las prioridades del negocio.

«Más allá de impartir cursos, el verano es un buen momento para revisar qué necesita cada equipo y cómo responder a esas necesidades», explica Vanesa Velasco, directora de operaciones. La clave está en elegir el formato adecuado y preparar bien el despliegue de cara a la vuelta de vacaciones.

Un periodo estratégico para tomar decisiones

Organizar la formación en verano no implica ejecutarla de inmediato, sino garantizar que las acciones del segundo semestre estén bien definidas. Esta anticipación reduce errores, acelera procesos y mejora la implicación de los equipos. «La formación estival es una oportunidad para decidir con calma y visión. Quienes aprovechan este tiempo ganan en agilidad y enfoque al volver», concluyen. Julio y agosto, lejos de ser un paréntesis, pueden convertirse en un periodo decisivo para la planificación del desarrollo del talento.

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